jueves, agosto 05, 2010

El mejor actor...

La forma en que dominaba su bestialidad, sometía su cuerpo a la rectitud estilística del movimiento despreciativo. Cada rictus, desempeño letal de su mirada, resultó fuenesto para mi ánimo y terminó en matanza para los recién recontruidos deseos. Impresionante el despliegue de su ser en este teatro mudo en el que somos actores principales, donde el suyo es el papel del dolor hecho piel y huesos y el mío (por supuesto, no podía ser otro) el del enfermo de muerte. Tu talento es tal, que casi logras engañarme. La idea es abortarte de mi mente, tú, fruto de un amor no deseado...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Abortar los dolores es imposible. Es invocar nuevos.

Trastorno mental dijo...

Excelente. Es el verdadero teatro del absurdo, tan absurdo que cambia constantemente y la mueca de angustia a veces muta a expresión orgásmica y viceversa.

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